Seguridad y movimiento libre en el agua, ¿le enseño a mi hijo a nadar?

Para Mamás

Cuando hablamos del agua, creo que a la mayoría de padres nos salta un instinto nervioso adentro que deja ver la relación que hemos creado desde la infancia con este miedo. Es cierto que los accidentes en lugares como bañeras, piscinas, ríos y el mar son bastante comunes y debemos tener precauciones básicas, pero, ¿sabemos cuáles son
las precauciones de seguridad en el agua?; ¿Cómo enseñarle a nadar a nuestros hijos?; ¿Cómo acercar a nuestros hijos al agua y reducir esa sensación de miedo que nos ha acompañado a muchos durante años?; ¿sabemos cómo acompañarlos de forma respetuosa cuando empiezan a conocer el agua?

Cada día aparecen más centros de estimulación, neurodesarrollo y actividades para bebés que prometen beneficios inmensos alrededor de actividades de contacto con el agua; sin embargo, debemos analizar detalladamente qué es lo que realmente ofrecen y si convienen o no; para el desarrollo, la autonomía y el apego seguro, teniendo en cuenta el respeto por el bebé y no modas alrededor de necesidades de los adultos. A continuación, les dejo mis consejos y recomendaciones.

¿Qué prácticas preferir para el contacto bebé-agua?

  • Lugar seguro y a su alcance: el bebé necesita descubrir el nuevo medio por sí mismo, presentarle los cuerpos de agua, ya sean naturales (como ríos o mar), o artificiales como piscinas; en las zonas menos profundas, donde se sientan seguros por sus propios medios.
  • Presencia: disponibilidad del adulto permaneciendo cerca, sin intervenir y totalmente presente (alejado de distracciones como la lectura o el celular) que impiden reaccionar si es necesario, aquí, el bebé descubre sus posibilidades y sus límites, entrando al agua a su tiempo y permitiéndose escuchar su cuerpo.
  • Matronación: esta práctica es donde el bebé entra al agua en manos de un adulto de su confianza, generalmente su cuidador principal; su mayor beneficio es el aporte de seguridad en este nuevo medio.
  • Causa efecto: tener presente que las actividades permitan acciones que tengan causas y consecuencias esperadas, de modo que ellos, por causa-efecto, vayan reconociendo y tomando conciencia de cada acto.
  • Apego: las necesidades principales para los bebés en sus primeros meses, que atraviesan por su período de exterogestación, son el contacto directo y el apego seguro con mamá; así que siempre evalúa si este punto está cubierto en las actividades que quieras hacer con ellos.

¿Qué prácticas evitar con respecto al agua?

  • Cursos de supervivencia en el agua: un NO rotundo para este tipo de actividades que no solo son realmente violentas e irrespetuosas con los bebés, sino que, además, ponen en peligro el vínculo y la confianza entre padres e hijos. Sin importar la cantidad de beneficios que puedan enumerar los entrenadores, es algo totalmente alejado de las necesidades, el amor y el respeto que merecen nuestros hijos.
  • Flotadores: el bebé necesita descubrir las posibilidades y reacciones de su cuerpo ante una masa de agua donde las sensaciones son completamente diferentes a las evidenciadas en su medio habitual. Cuando utilizamos flotadores (sea en los brazos, cuello o alrededor de la cintura), no solo estamos poniendo en riesgo la vida de nuestro bebé; sino que ofrecemos una falsa sensación de seguridad donde el niño no aprende a flotar ni a reconocer sus posibilidades y limitaciones dentro del agua.
  • Spa para bebés: los adultos buscamos opciones para relajarnos debido a la carga de estrés que normalizamos. Sin embargo, los espacios y actividades para bebés deben ser pensados para las necesidades de ellos y no las de los adultos; de lo contrario, solo se facilita la desconexión del bebé con su realidad. Adicionalmente, rechaza los
    flotadores de cuello en estas actividades; los bebés permanecen sin posibilidad de decidir sobre objetos, acciones o movimientos de su propio cuerpo. Aunque estos métodos son promocionados, principalmente, para niños con retrasos en el desarrollo o necesidades especiales; siempre busca el adecuado diagnóstico y recomendación de un profesional.

¿A qué edad puedo meter al agua a mis hijos?

A los cuerpos de agua naturales como ríos o mar, desde los 4 meses sin sumergir su cabeza; adicionalmente, prefiere las horas del día donde el sol es menos fuerte, ya que a esta edad aún no se recomienda el uso de bloqueador solar. Para el caso de las piscinas y las clases de matronación, es posible desde los 6 meses de edad; siempre con uso de bloqueador solar para proteger su piel.

¿Cuáles son las recomendaciones de seguridad en el agua?

Cualquier persona, independientemente de la edad puede ahogarse, sin importar si sabe o no nadar; así que no por el hecho de tener hijos que ya sepan nadar, el peligro desaparece. Como recomendaciones de seguridad, podríamos considerar las siguientes como las más relevantes, sin desconocer que en este tema se puede ser tan riguroso como sea posible:

  • Contar con un adulto que sepa nadar, presente y disponible. Idealmente que conozca sobre RCP (Reanimación Cardio-Pulmonar). No importa si el niño sabe nadar o no, es importante que no esté solo.
  • Evitar los flotadores, no tienen la misma función de los chalecos salvavidas, por el contrario, generan una falsa seguridad en los padres y sus hijos que puede aumentar el riesgo. Los flotadores de cuello son los menos recomendados; la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) emitió un comunicado donde afirma: “el uso de estos productos puede provocar la muerte o lesiones graves”.
  • En caso de tormenta, salir de inmediato del agua.
  • No correr o jugar muy cerca de las piscinas y sus bordes; ya que el piso mojado puede aumentar el riesgo de caídas.
  • En el mar, nadar solo en las zonas permitidas e identificar a los socorristas más cercanos.
  • Cuando haya bebés en la familia, limitar el acceso a la piscina y evitar los elementos llamativos, como juguetes y alimentos, muy cerca o dentro de la piscina.

Cuando estemos pensando en agua y bebés, permitámonos considerar que la seguridad y el movimiento libre pueden ser complementarios. No significa que dejar al niño reconocer por sus propios medios, implique poner en riesgo su vida o, por el contrario, que tener la seguridad como prioridad suponga limitar su autonomía en la conquista de este nuevo medio.
En resumen, podría decir que lo más importante es escuchar las necesidades de nuestros hijos, permitirles explorar cada espacio, incluso el agua, con nuestra presencia plena, sin intervenir de forma innecesaria. No buscar acelerar etapas o usar elementos incómodos, que solo proporcionan una falsa seguridad y sensación de independencia a nuestros hijos, y aumentan el riesgo en el entorno acuático. Los niños son dependientes por naturaleza, no busquemos su independencia; ayudémoslos a ser seres autónomos mediante el conocimiento de sus posibilidades y de sus límites.
La información que les comparto en este artículo la he complementado con aportes de Melina Bronfman (@melinabronfman) que ha entrega material de valor alrededor del movimiento libre en nuestros niños.

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